LA FORMACIÓN ALIMENTA LA ESPIRITUALIDAD DE LOS CATEQUISTAS
Queridos catequistas continuamos comentando lo que nos dice la guía de formación de los catequistas, con el deseo de que, descubriendo la importancia de su formación, se motiven a participar activamente en las reuniones de formación que se les ofrece en la parroquia o decanato.
En este día hablaremos sobre la importancia de la formación en la vida espiritual, el documento nos dice: La verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad como experiencia de Dios y de la vida en el Espíritu de Jesucristo, basada en su seguimiento con dimensión trinitaria, como forma de impulsarlo a que su acción catequística, brote del propio testimonio. (Guía de Formación para los Catequistas de México No. 76).
Nos podríamos preguntar, ¿Cómo la formación alimenta la vida espiritual? ¿Qué relación tiene la formación con nuestro modo de relacionarnos con Dios?
Hay un dicho popular que dice: “Nadie ama lo que no conoce” y fácilmente lo podríamos aplicar al conocimiento de Dios, como vamos a amar y servir a nuestro Señor con un verdadero espíritu de discípulos si no lo conocemos.
Y el conocimiento viene de una formación constante, en dos líneas fundamentales una es la de aprender conceptos pero la otra y creo que es la que abarca muchos más aspectos es la de la experiencia.
El aprender conceptos nos sirve, conocer la Sagrada Escritura y la sana doctrina de la Iglesia es muy necesaria para conocer el camino que Jesucristo nos vino a enseñar y que a su vez nosotros como catequistas lo transmitimos a nuestros interlocutores.
Pero sin duda el aspecto más amplio de conocimiento de la Persona de Jesús, va en la línea de la experiencia, por ejemplo una muchacha que está viviendo un noviazgo está conociendo a la persona con la que quiere unirse para toda la vida, no se pone a definir a la persona desde conceptos, sino desde la vivencia, y esta experiencia es la que la llevará a definir su estado de vida, al igual nosotros si conocemos a Jesús desde la vivencia, nos dispondremos a vivir como auténticos cristianos y a dar testimonio de El, que es lo que tanto se necesita en nuestro mundo, entonces ¿Cómo conocer a Jesucristo que ciertamente sabemos vive en medio de nosotros pero no podemos ver?
A través de la convivencia y relaciones con los demás, es ahí donde tenemos esa convivencia con Jesús, recordemos que El vive en cada uno de nosotros, desde el bautismo, somos consagrados templos vivos del Espíritu Santo, que importante descubrir en cada hermano la presencia de Dios, y convivir con él como lo haría con el mismo Cristo.
No se puede entender un catequista aislado de la comunidad de discípulos, ese no es un catequista que ama y sigue a Cristo, porque el que ama a Cristo, ama a sus hermanos. La convivencia a veces no es fácil por la diversidad de pensamientos y opiniones, pero ponerse de acuerdo es un testimonio vivo de actuar, no con propios criterios sino desde la enseñanza de Jesús y con la fuerza y Sabiduría del Espíritu Santo.
Además de lo anterior para cultivar la relación con Jesús necesitamos dedicar tiempos para platicar en privado con El para escuchar lo que nos quiere decir, estos tiempos ante el Sagrario o en la intimidad del hogar, para escuchar a Aquel que con tanto amor nos ha llamado para participarnos de la Misión que el Padre le encomendó, ser Portadores de Buenas Noticias para nuestros hermanos.
Eso es lo que hacemos en la formación aprender conceptos y llevarlos a la vida en la convivencia con nuestros hermanos, no se vale decir que ya saben mucho sino lo demuestran en las relaciones con los demás y en la disposición para crear comunidad.
Queridos Catequistas estamos en el mes de las Misiones, celebrémoslo haciéndonos consientes de esta Buena Noticia, primero en nuestra vida “¡Dios nos ama!” y luego vayamos a anunciarlo con el gozo de quien se sabe llamado y enviado por Dios.
Equipo DIDIPAC
En Periódico Redes Año 10-247-2013/01
