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sábado, 15 de octubre de 2016

LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA EN LA CATEQUESIS.

La palabra en la vida de las personas tiene una importancia primordial, de ahí que la Sagrada Escritura nos dice que la Palabra es una espada de doble filo, que penetra hasta lo más profundo del alma… (Heb. 4,12).Continuando con la reflexión del Padre Merlos, veremos la importancia de la palabra en la catequesis.
“Hay muchas formas de hablar. Se habla para enseñar y para convencer, para informar y para orientar, para mostrar cariño y gratitud. Pero también se habla para engañar, para apantallar y manipular a los que escuchan. A veces se habla con miedo, con descaro y desvergüenza; se dicen cosas que deberían callarse y se callan las que deberían decirse. Algunos hablan solo para hacer ruido, pero también hay quien habla para entrar en dialogo con los demás. Hay quien abre la boca para mentir y quien usa la palabra para encontrase con la verdad. Unos hablan como sabios y otros como necios. Unos para mostrar su odio, otros para manifestar su amor.
En la actualidad tenemos muchos medios para comunicarnos (teléfono, radio, televisión, computadoras…) pero algunas veces solo sirven para convertir la palabra en basura. Ante esto podemos preguntarnos ¿Estará en crisis la palabra o más bien estará en crisis la persona que la usa?
Es cierto que muchas palabras son peligrosas y dañinas, pero la verdad es que el ser humano no puede vivir sin hablar. Dicen que cuando el escultor italiano Miguel Ángel terminó su famosa escultura de Moisés, le golpeo la frente y le dijo “habla”. La Palabra era lo único que le faltaba para ser humano.
A los catequistas se les considera como hombres y mujeres que usan la palabra para comunicar los dones de Dios. Su principal tarea consiste en pronunciar con sabiduría su palaba humana a través de las cual transmiten la Palabra de Dios. Tienen la experiencia de ver cómo su modesta palabra de criaturas se convierte en poderosa palabra de Dios, que cambia los corazones y transforma realidades. Este es el gran prodigio que pone a los hombres al nivel del Señor.
Al catequista le sucede exactamente lo mismo que al profeta Jeremías: “Ah Señor Dios, no sabré llevar tu Palabra, pues soy un muchacho…No digas soy un muchacho, replica el Señor, pues donde yo te mandé irás y lo que yo te ordene lo dirás… Entonces Dios extendió su mano, me tocó la boca y me dijo: he puesto mis palabras en tu boca. Te doy autoridad sobre pueblos y naciones para arrancar y derribar, para perder y destruir, para edificar y plantar… (Jer. 1,6-10). El gran peso del catequista es la palabra que  ha recibido en el corazón de su misión.”
La tarea de todo catequista es hacer resonar la Palabra que ha recibido y como esta Palabra le ha sido confiada, ha de tener en cuenta lo que dice San Pablo, “llevamos este tesoro en vasijas de barro”. (2 Cor.4,7) Es decir, tener el cuidado necesario para transmitirla siendo fieles a la Verdad.
Que Dios nos conceda a todos fidelidad a su Palabra para ser dignos transmisores.
Equipo DIDIPAC

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