Queridos catequistas:
Con cariño los saludamos, deseando que esta bella y enternecedora celebración del Nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, llene su corazón de un gozo profundo y de una paz duradera, sabiendo que Jesús es el Dios con nosotros que viene a compartir su Vida, quedándose con nosotros para siempre.
Que en medio de tanta propaganda que motiva al consumismo y a la superficialidad, nuestros corazones sepan dar el lugar primordial que le corresponde a Quien celebramos: Jesús, nuestro Redentor. Acerquémonos y en silencio adorémosle con profunda humildad, pues es nuestro Dios.
Como catequistas, estamos llamados de una manera especial a dar testimonio de Él. Aprovechemos esta gran oportunidad de atraer hacia Él a quienes conviven con nosotros en la familia y a quienes están a nuestro alrededor. Todos tenemos sed de Él, Él es el único que puede saciarnos, dándonos la felicidad verdadera y permanente, eterna, que inicia desde aquí y ahora.
“El amor de Cristo nos apremia” (2 Cor 5, 14) a compartir esta Buena Noticia con nuestros hermanos. Él nos ama, por eso se ha hecho pequeño, uno con nosotros y entre nosotros, para elevarnos a la gran dignidad de hijos del Padre. En Él somos hermanos, miembros de su familia.
Ante esta gracia tan maravillosa, nuestro corazón se alegra y le canta agradecido con María, nuestra Madre, quien proclamó el hermoso y admirable cántico del Magníficat.
María es nuestra Madre y modelo, Estrella de la evangelización, catequesis viviente y encarnada en la cultura. Pidámosle que nos ayude a realizar la misión que el Señor nos confía de manera fiel, humilde y generosa como Ella.
Con el Papa Francisco nos dirigimos a nuestra Madre:
“Virgen y Madre María, Tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu
humilde fe, totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro “sí”
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús…” (EG 288).
Que Ella nos ayude a ser reflejo de su Hijo Jesús, de su misericordia y ternura, de su presencia amorosa y fiel en nuestras familias y comunidades, en los ambientes donde nos encontremos. Así podremos glorificarle con nuestra vida, ofreciéndole lo mejor de nosotros mismos.
De todo corazón, queridos catequistas y hermanos en general, el Equipo DIDIPAC deseamos que esta Navidad sea un alegre encuentro con Jesús en familia, en donde encuentre un cálido y agradable hogar, en el que permanezca siempre.
Y que su gracia, su paz y su bendición nos acompañe en cada momento del nuevo año, que con su favor iniciaremos.
¡Muy Feliz Navidad y Año Nuevo!
Equipo DIDIPAC