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miércoles, 23 de marzo de 2016

LA VOZ DE DIOS, EN LOS CATEQUISTAS; PALABRA Y SILENCIO

Palabra y Silencio
“Se calla porque el silencio es como una fuente de donde nacen las palabras que nos llevan a la comunión con las personas” P. Francisco Merlos A.

Les saludamos con mucho entusiasmo, de parte de todo el equipo DIDIPAC, de esta nuestra querida Diócesis de Celaya, quienes nos alegramos de compartir con ustedes nuestra Fe y el gusto por servir a su pueblo en la Catequesis.

En el artículo  pasado hablamos de que un catequista ha de tener, Ojos, Oídos y Voz de profeta, desde el encuentro con el mismo Jesús, de manera que pueda estar capacitado para ser sensible a los signos de los tiempos.

En esta ocasión, hablamos sobre la importancia del “silencio”, entendido como un estado de paz interior, en donde se escucha la Voz de Dios, se medita, se contempla, para después llevarla a la acción. Son palabras eficaces, palabras que atraviesan la vida humana, que dan al ser humano sentido, trascendencia y ánimo, llevándolo a entablar relaciones interpersonales de profunda intimidad, generando una gran calidad de vida para todos.

En nuestra época como en todas,  es necesario dedicar tiempo al silencio, pedir al Dios de la vida nos de esta gracia, pues en un mundo tan lleno de ruido es esencial el silencio para encontrar las palabras en la Voz de Dios. De aquí que “el catequista necesita callar para escuchar, para contemplar, para madurar las cosas, para meditar, para reconocer el paso de Dios por la vida propia y la de los hermanos”. Han de ser maestros de la palabra pero también maestros del silencio, estar en un constante aprender una y otra realidad; para que sus palabras no sean vacías, sino que lleven aliento de vida a las realidades de muerte amenazan la dignidad de ser humano.

Su vocación, es ser hombres y mujeres de oración profunda con Jesús, de donde emanara su fuerza interior que los impulsara a vivir este binomio de silencio-palabra, con una autoridad dada por el mismo Jesús, autoridad misma que nada ni nadie se las podrá arrebatar, pues no es como la autoridad humana que juzga sin misericordia y esclaviza, sino que levanta y dignifica.
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Un catequista no es el que habla y habla, o el que cree que por el hecho de haber sido enviado a anunciar la Buena Nueva, está autorizado para decir miles de palabras que no trascienden, asemejándose a un “merolico”, es decir una persona que no deja de hablar. Al contrario un catequista ha de estar convencido de que la palabra nace del silencio profundo, para que esta pueda ser fecunda y convincente, pues en el fondo lleva la esencia misma del Evangelio. Y cuando nuestras palabras llevan esta carga evangélica,  inquietan, incomodan, conmueven, motivan e impulsan desde el interior de cada persona. Tal como el mismo Jesús, lo hizo, El medito en su interior, callo para hacer silencio, contempló y oró, y  después de estos momentos se atrevía a compartir con los demás las palabras ya procesadas en  el silencio de su corazón.

Igual que Jesús, nosotros catequistas hemos, de meditar en silencio, callar para que surja la palabra cargada de vida y portadora del Evangelio. No ser catequistas baratos, que a base de hablar y hablar creemos que damos vida, sino ser testimonio creíble de la Palabra, gestada en nuestro interior a fuego del silencio.

Pidamos a Dios la Luz del Espíritu Santo, para que ilumine nuestro caminar y aliente nuestra vida de oración, que nos muestre sabiamente los momentos en los que hemos de callar y los momentos en los debemos de hablar animados de su fuerza. Pues solo la sabiduría que proviene de Dios es la que hará de cada uno, portadores de la Buena Noticia, y quienes con alegría seguimos al Señor Jesús.

Que María Santísima, interceda por cada uno, los proteja y acompañe siempre: Fraternalmente:
Equipo DIDIPAC.

TALLER PARA FORMADORES DE CATEQUISTAS.

Muy atentos l@s Catequistas.
     Con el Objetivo de seguir impulsando la formación de los catequistas formadores, brindándoles elementos prácticos que los ayuden a seguir consolidando su identidad y para un mejor desempeño de su servicio en la Iglesia. El Equipo DIDIPAC-CYA llevo a cabo este Taller en El Colegio Gonzalo de Tapia de San Luis de la Paz, Gto. los días sábado 30 y domingo 31 de enero del 2016.

     El orden del primer día: Inscripciones, desayuno, bienvenida, Hora Santa, Tema Formación Humana, refrigerio, Sondeo Realidad de Formación, comida, dinámicas, Continua Sondeo Realidad, refrigerio, implementación, oración final y hospedaje.

     El orden del segundo día: Oración Inicial, Tema Delimitar las tareas catequisticas, descanso, (4) Talleres, Eucaristía y Comida. Dios les bendiga, querid@s Catequistas. Fotos Álbum 1,  Fotos Álbum 2.

miércoles, 9 de marzo de 2016

ENCUENTRO DE CATEQUISTAS CIUDAD DE CELAYA.

"El catequista: llamado y enviado a vivir la misericordia" 
     Este fue el tema de nuestro Encuentro de Catequistas de los Decanatos de la Ciudad de Celaya (Sagrario Catedral, San Miguel Arcángel, San Antonio y Divina Providencia) que dio inicio con la Hora Santa, el Tema: con la introducción y tres etapas compartido por la Hna. Martha, después los alimentos, el cuestionario y plenario, para culminar con la Celebración Eucarística, todo esto acompañado del Presidente de la Comisión Diocesana de Pastoral Profética el. P. Javier Magueyal, el P. Diacono Samuel, el P. Lucio Perez y las Hnas. MCP Fely, Sugey y Martha. Dios les bendiga Catequistas, sean Misericordiosas como el Padre. 

CATEQUISTAS: CON OJOS, OÍDOS Y LENGUA DE PROFETAS.

Queridos lectores de Redes, reciban un saludo de parte de todo el equipo DIDIPAC, de esta nuestra Diócesis de Celaya, quienes agradecidos con ustedes, les invitamos a leer el siguiente mensaje que con gusto compartimos para todos. Gracias y que juntos construyamos una Iglesia, que busca la comunión fraterna.
“La convivencia humana es el encuentro continuo de muchos ojos, de muchos oídos y de muchas palabras que se juntan para hacer circular la vida y compartirla” (P. Francisco Merlos A.)
Nuestra vida cotidiana ha de ser un encuentro, una convivencia que nos brinde la oportunidad de crecer y palpar el amor misericordioso de Dios en nuestras vidas, capacitándonos para crear vida y compartirla. Sin embargo, hoy en día, nos encontramos inmersos en una realidad que aturde, llena de ruidos, de distractores que ofrecen felicidad momentánea. La vista se ha vuelto superficial, ya no alcanzamos a mirar y ser sensibles a las realidades de vida, que nos piden respuestas, que a gritos claman atención. Escuchar ya no es algo que sea importante, ahora es estar sumergidos en tantos ruidos que ahogan las voces de vida.
Muchas de nuestras palabras son vacías, ya no van llenas de sentido, de vida, de ánimo, de fuerza, de aliento, de esperanza, no tienen incidencia en la realidad, tan necesitada de palabras que cimbren, cuestionen e inviten al cambio desde Dios y que devuelvan sentido a la existencia. Existen muchos silencios, que solo conducen al aislamiento, al individualismo, el permanecer enajenados y anestesiados, solo estar en mi yo (ego), y los demás no existen.
Tal realidad, nos es urge a dejarnos mirar y tocar por Dios, escuchando continuamente su Voz, para poder así dar a los demás la vida que necesitan. Pues Dios, es nuestra fuerza, nuestro aliento y principal alimento. Y nosotros como catequistas, hemos de ser hombres y mujeres de oración, de encuentro continuo con Jesús, pues solo desde él, podremos Ver-Mirar, Escuchar y Hablar. Nuestro ser y misión de catequistas nos exige ser Profetas con todas estas características.
Hemos de estar en contacto cercano con la humanidad, con todo lo que nos rodea, que nos haga sentir que somos parte de ella, y que sintiéndonos así, nos comprometamos a mirar, escuchar, hablar, cuidar, acompañar, sanar y amar esta nuestra débil humanidad. Con nuestra vida evangélica,  contrarrestamos lo negativo que destruye y que debilita. “Los catequistas igual que los profetas, que Jesús, y los discípulos, entregan la Buena Nueva mirando, oyendo y hablando”. (P. Francisco Merlos A.)
Un verdadero catequista, es aquel que sabe ser sensible a las realidades, estando atento para mirar los signos de los tiempos, escuchando la Palabra de Dios y llevarla a la práctica, hablando con la verdad que libera y no esclaviza, que no se engaña y por consecuencia tampoco engaña a los demás. No se puede ser un catequista-profeta, sino se está en constante unión-relación con Jesús. Esto hemos de tenerlo claro.
Finalmente, pidamos a Dios, por intercesión de María Santísima, que anime nuestro ser de profetas, y fortalezca nuestra identidad de catequistas, para que podamos, Mirar, Escuchar y Hablar. Que seamos constructores y constructoras del Reino de Dios en este nuestro mundo de hoy, siempre en busca del bien común, sembrando virtudes evangélicas que le den sentido y dignidad a la vida.
Dios los bendiga y mucho ánimo!!!.
ATTE. EQUIPO DIDIPAC.

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