“La Bienaventuranza es al mismo tiempo una bendición, un anuncio y una invitación para el que quiera entrar por ese camino” Padre Francisco Merlos A.
Saludos a todos los catequistas de esta nuestra querida Diócesis de Celaya, de parte del Equipo DIDIPAC.
Una bienaventuranza está compuesta de tres partes que no se pueden separar: la proclamación, el mensaje y el motivo. Tres elementos que Jesús, daba en sus bienaventuranzas, con un gran sentido de vida que llevo a la felicidad plena a toda persona que acogía con el corazón estas palabras de Jesús, el maestro.
Por eso como Iglesia, hemos de reconocer el trabajo y valorar la presencia de los catequistas, de cuanto hacen en bien de la misma Iglesia. Dando generosamente su vida, sin escatimar nada, sino poniendo siempre al servicio con lo que Dios los ha bendecido. Y como catequistas, sabemos bien que nuestra vocación, es un don para los demás, con exigencias que implican sacrificio continuo, pero con la confianza de sabernos fortalecidos por el Espíritu de Dios.
El Padre Francisco Merlos A. en su libro “Manual para el catequista actual”, describe algunas bienaventuranzas del catequista, las cuales nos invitan a revisar nuestra vida de catequistas:
1. Bienaventurado el (la) catequista que vive como hijo fiel y amante de su pueblo, porque sabrá comprenderlo y ser solidario de sus luchas, dolores y esperanzas, y de este modo podrá servirlo como él lo merece y lo necesita.
2. Bienaventurado el (la) catequista que vive como discípulo perseverante de la Palabra de Dios, porque ella lo llenara de sabiduría para saber interpretar la vida, enseñar la verdad y ser testigo autentico del Señor.
3. Bienaventurado el (la) catequista que vive su fe como un peregrino en camino, porque será libre y estará siempre dispuesto a ir donde lo necesitan, sin aferrarse a situaciones, hábitos y mentalidades que le impiden caminar al ritmo de Dios.
4. Bienaventurado el (la) catequista que se siente hombre o mujer de la comunidad, porque en ella encontrara su mayor fuerza espiritual, aprenderá a ser participativo y tendrá la alegría de vivir la fraternidad y la comunión,
5. Bienaventurado el (la) catequista que sabe dialogar con todos, porque su actitud generosa será una señal de la ternura de Dios, que nunca desprecia a nadie ni pierde la esperanza en sus hijos.
6. Bienaventurado el (la) catequista que, como Jesús, acepta ser signo de contradicción, porque vivirá la dicha de ser fuerte en su debilidad, grande en su pequeñez y rico en su pobreza.
7. Bienaventurado el (la) catequista que busca transformar su realidad con la fuerza del Evangelio y con el servicio que presta a los que sufren la injusticia, pues el Señor lo colmara de bendiciones por defender la dignidad de sus hermanos débiles.
8. Bienaventurado el (la) catequista que no se desanima ante los fracasos ni huye de los conflictos que son parte inevitable de la vida, porque con su fuerza y su perseverancia animara a sus hermanos y les revelara que Dios nunca deja de ser fiel.
9. Bienaventurado el (la) catequista que vive su ministerio como un aliado incondicional del Espíritu de Dios, porque suyos serán los dones que El regala para que produzcan frutos abundantes.
10. Bienaventurado el (la) catequista que se esfuerza por comunicar su mensaje en un lenguaje que entiendan sus hermanos, porque tendrá la alegría de ser su compañero de camino.
Así que, con el espíritu animado por Dios, seamos catequistas que siempre comuniquemos palabras que proclamen, den un mensaje y tengan un motivo de ser. Que nada ni nadie detenga nuestra alegría de ser testigos fieles de la Palabra del Señor Jesús.
Que María Santísima de Guadalupe, los bendiga y proteja siempre, fraternalmente sus compañeros de camino, Equipo DIDIPAC. Nuestra oración por ustedes.