“En un momento te das cuenta que
la vida no es la misma, y está la incertidumbre cuando te dan un mes de vida.
Por eso vive y vive bien, porque la vida cambia todos los días”.
P.
Lucio Pérez López
Me llamo Lucio Pérez López.
Soy hijo de
Felipa López (+) y Serafín Pérez (+), que de Dios Gocen. Nací el martes 13 (lo
bueno que no soy supersticioso jajaja… ) de diciembre de 1977, en la ciudad de
Dolores Hidalgo, cuna de la Independencia Nacional, y tierra de grandes
acontecimientos históricos y soy yo, parte de esta historia. Mis hermanos y
hermanas son María del Socorro, Salvador (+), María del Refugio Elvira Mayela,
yo, y Gerardo, así como podrán ver soy el quinto de seis.
Quiero
contarles algo de mi infancia, como todo niño, sobrino de un sacerdote, me la
viví en los templos viajando con mi tío Pérez Parra, paseo al cerro, al campo,
a Apaseo el alto y San Luis de la Paz. Ahí viví con mis abuelitos, tiempos
aquellos. Mucho trabajo, la casa de mis papás carecía de los servicios, no
había agua ni luz, pero vivía contento, es de las cosas que piensas y dices “no
hace falta más”. Solo tuve la posibilidad de ir un año al jardín de niños,
donde jugaba con los demás niños, pero cabe mencionar, pero cabe mencionar que
ahí vino un primer alejamiento de la familia.
La primaria la
realicé en Dolores Hidalgo, jugaba, aquí me separé un poco de mi tío, solo lo
acompañaba en vacaciones, pero encontré nuevos compañeros y también con el paso
del tiempo encontraba nuevas responsabilidades, iba creciendo y dejaba de ser
el niño que esta solo para jugar y pasa a ser el niño que ya puede apoyar en
las actividades de la casa a parte de las tareas.
Mi adolescencia:
Como
olvidar la secundaria porque es una etapa de nuevas experiencias, no tuve
novia, ya hasta sentía pendiente, lo bueno que tampoco tenía novio.
Comienza la
etapa de salir con los amigos, travesuras más grandes y más pensadas echarse la
pinta y cosas que hace cualquier adolescente de secundaria. Me gustaba el
futbol y en vacaciones como todo buen dolorense trabajaba la cerámica, ahí
comencé a recibir mis primeros sueldos, una parte era para mí y otra era para
ayudar a mis papás. Escuchaba a los maestros que me pedían que le echara ganas
a la escuela. Este fue un tiempo donde valoro mucho a los amigos.
Después de
tres años de secundaria, logre ingresar en la preparatoria ¿qué creen?, comenzó
la invitación para ingresar al seminario, pera la invitación decía, pero
primero termina la preparatoria, porque en ese tiempo, el seminario no estaba
incorporado a la secretaria, no tenía validez oficial la preparatoria y mejor estudiar
por fuera y no perder tres años así nada más. El estar afuera ayudó para
reafirmar lo que yo estaba buscando, así que no me apresuré a entrar al
seminario, estudié y si iba a entrar el momento llegaría solo.
La preparatoria tiempo de muchos amigos, salidas y empecé a pensar qué era lo que en realidad
quería.
Comencé el
contacto con el PENTATLON (escuela de formación ciudadana), este me gustó por
la disciplina militar y el deporte. Viví muchos momentos significativos en las
competencias, exigencias personales y físicas.
En sí, me gustaba todo el deporte que se
realizaba. Lo disfrutaba. Les cuento que la generación de este reclutamiento,
la mayoría se fue al ejército y yo, pues al seminario, también a ser soldado,
pero de Dios. Porque al final no me llamó la atención el ejército, sino el
seminario. Debo mencionar que, aunque no fui al ejercito, cada año, sin falta,
me en cuartelo una semana, con la finalidad de continuar con el deporte, la
disciplina y los cursos ahí se ofrecen.
En 1996 casi a
punto de entrar al seminario, muere mi hermano Salvador, me tocó compartir este
momento difícil con él. Pero a pesar de eso tenía una decisión tomada e ingresé
al seminario a estudiar filosofía, tres años compartí con doce compañeros, con
ellos tuve muy buena relación y casi no había fricciones a pesar de compartir
24 horas con ellos. Aquí si había más exigencia, en cuanto a los estudios, pero
también el seminario exige una adaptación, una manera de vivir, y yo me encuartelo,
puedo decir que la exigencia es mayor que el mismo ejército. Aquí valoré a mis
compañeros, se salieron 5, y esto provocaba en mi tristeza y crisis, y me
preguntaba si yo debía seguir.
Aunque en la
preparatoria teníamos servicio social, en el seminario tenemos un servicio que
se llama “pastoral”, es un momento para encontrarme con las personas, y para el
que va ingresando es una novedad el compartir experiencias de Dios con la gente
y el trabajo en las parroquias. Hay un contacto directo con los sacerdotes, que
ya no era solamente mi tío, y sin embargo, entablaba relación de amistad con
ellos. Para mí muy rico poder conocer las experiencias de los sacerdotes, pero
era muy interesante conocer las experiencias de las personas.
El seminario,
es estudios, convivencia, discusiones, sueños, ilusiones, a veces te toca
barrer, servir, cocinar, lavar baños, jugar, viajar y en pocas palabras, el
seminario es un tiempo para compartir la vida juntos, un tiempo para ser
compañeros, para hacer amigos, pero también encuentras nuevas
responsabilidades. En el seminario realmente se nos forma para crecer y en un
momento dado elegir.
Teología: Un cambio drástico. Vas apuntando a lo que quieres y te das cuenta que la
cosa va en serio. La responsabilidad crece más y la exigencia en los estudios
es mayor, para los que piensan que solo estamos en el seminario para aprender
decir misa, les digo que están muy equivocados. Nos preparamos, humana,
espiritual, intelectual y pastoralmente durante todos estos años, y aun así nos
equivocamos, pero nosotros hacemos lo que nos toca y Dios hace el resto. Es un
tiempo para reafirmar la vocación.
A pesar de
esto, vienen unos cuestionamientos como, si realmente este era mi camino, o quizá
solo jugaba o mejor debía haber hecho mi carrera porque la filosofía seguía
siendo sin validez oficial, yo era un bachiller para la secretaria y nada más.
Lo significativo
de esta etapa fue cuando pedí los ministerios porque ya es el momento de dar un
sí y para mí, fue darlo completamente. Me di cuenta de la responsabilidad que
adquirí libremente.
Me ordené
sacerdote en el año 2004. Ha llegado el momento de trabajar. Cuento con mi
familia, pero aquí hay un momento difícil para mí, yo ordenándome y mi mamá no está
conmigo, ella está en cama, mi papá en cama, así que imagínense la alegría,
pero al mismo tiempo el dolor, dos personas importantes en este momento de
felicidad no están conmigo. Y más difícil cuando termina la celebración de mi
ordenación sacerdotal y el señor obispo don Lázaro me dice “Padre Lucio, vete
con tu mamá, se está muriendo de cáncer, no te quedes ni a la fiesta, vete y
celebra con ella en tu casa”. Esto me lo dijo el día de mi ordenación, y así
fue, la primera misa que celebré fue en mi casa, en mi patio, con mis
familiares, conocidos, vecinos, con mi papá postrado y mi mamá muriendo.
Me ordené el 2
de octubre y mi mamá murió el 1 de noviembre. Muy significativo que la primera
misa que celebre fue para mi mamá, la mujer que me permitió que viviera y fuera
sacerdote, gracias al don de la vida que ella me dio.
Olvidé decir
algo importante, mientras estudiaba la teología el rector me dijo: “Lucio vete
al Centro de Especialidades Médicas, tu papá tuvo un accidente, y tiene un
derrame cerebral”, que impresión. De ahí fueron 8 años en cama.
Mi ministerio
lo comencé con ese pensamiento: mi mamá muy enferma de cáncer terminal, y mi
papá postrado.
Comencé a
servir en Comonfort, y aunque termine de estudiar, es momento de aprender.
Comencé con muchos bríos. Y que experiencias con la gente, sus sentires, sus
ilusiones, sus sueños, sus alegrías, tristezas, luces y sombras. Gente que te
quiere, gente que no te quiere y mucha exigencia en el trabajo y compañerismo
con los hermanos. Momentos de convivencia y a veces también enojos. Pero a
pesar de todo, ahí vamos caminando.
Disfruto mucho
las vacaciones a la playa, la convivencia con los amigos, los retiros, salir a
descansar cada 8 días, ir al cine, centros comerciales con familiares o familias.
Los momentos bonitos los vivo con mi familia en las comidas que se organizan o
simplemente cuando nos sentamos a platicar. Como pueden ver soy un ser humano,
normal. Un hombre normal y no porque lo dice Espinoza Paz, sino porque en
realidad soy humano.
Algunas vivencias:
La
convivencia con la gente, algunos se van agradecidos, otros simplemente se van.
Les cuento de una viejecita, que me agradeció porque confesé a su hijo que toda
su vida no se había confesado y encontró confianza con “usted padre Lucio”, una
mujer agradecida y con los padres, lo significativo es compartir el trabajo.
Hay muchas
anécdotas, pero eso lo poder escribir en otro momento, por lo pronto estoy
contestando solo algunas preguntas que me están haciendo Susy y el padre
Arturo. Y después de esto creo que si me gustaría escribirlas.
Ahora tengo
que decirles que soy una persona de esperanza, de entusiasmo, y más llena de
Dios.
Fui nombrado
administrador de la resurrección. Ahí llegué a un punto en el que pensé que la
responsabilidad era muy grande y acepto el reto, pero con cierto temor. Y el
momento más difícil fue cuando me nombraron párroco en la parroquia de San
Felipe de Jesús en Celaya, difícil por la responsabilidad, por lo
administrativo, porque ahora estoy solo. Se me pide más entrega. Y para completar,
me detectan diabetes un día antes de la toma de posesión. Y me pregunto,
¿realmente poder ejercer el cargo? Y estuve a punto de renunciar, por la
enfermedad, pero al fin no lo hice. Porque Dios y yo, somos muchos. Y me digo
yo solo, ¡eso es todo don Lucho!
Dentro de esta
etapa otro golpe duro, la muerte de mi papá Serafín. Después de 8 años de
postración, el Señor lo llamó a su presencia, a descansar.
A los tres
años de estar en esta parroquia, me comencé a sentir un poco mal. Se me quito
el hambre, cabe señalar que yo era aficionada a las tortas de tamal, a las
tortas de torta, a las tortas de taco, pero ahora ni eso quería, y eso si para
mí fue preocupante. Aunque tenía fuerzas y ganas, comencé a sentir dolores en
la espalda por lo que fui al médico y solo me receto pastillas para el dolor y
tranquilizantes. El dolor persiste, y ahora más fuerte y comienzo a perder la
sensibilidad en gran parte de mi cuerpo, camino con dificultad. Me hago unos
estudios y en octubre del 2016 me comunican lo que nadie quiere escuchar “padre
tiene cáncer”, comenzó en la columna vertebral, de ahí se fue a algunos huesos,
costillas, pulmón y vena Orta. Por este motivo no pude caminar, solo por eso.
Fue un golpe muy duro para mí, pero también había algo que me decía que tenía
que salir adelante. El médico que me trato me operó el 11 de noviembre
diciéndome que “no tenía muchas esperanzas de vida”, lo bueno que los médicos
no son Dios, sino, habríamos muchos muertos. Esto lo dijo por lo avanzad de la
enfermedad y porque la ciencia también se equivoca.
Después de la
operación, viene la conciencia de la enfermedad, es decir, la preocupación por
el cáncer, sin embargo, la fe y la entrega a Dios ayuda mucho. A tal grado que
la enfermedad pasa a un segundo plano. El primer plano y la primera
preocupación es volver a caminar y desde luego volver a las actividades y a la
vida normal, aun con el cáncer. Porque a fin de cuentas es una enfermedad.
Descubrí algo
muy importante que quiero contarles:
Para mí, todos
vivimos u cierto plano, dentro de nuestra vida todo está bien, pero una vez que
pruebas una enfermedad como esta, bajas a un plano en el que la vida ya no es
la misma, es cuando ves, que lo que realizas tal vez ya no tiene sentido y
hasta un simple gesto de sonreír te cuesta bastante. Aquí comprendí que mucha
gente al no salirse de este plano, puede hasta perder la vida.
Nos quedamos
en lo ordinario, trabajas, estudias, comes, juegas, te enojas, sonríes, etc., y
de repente te sientes en un agujero, de un momento a otro estoy muriendo. Mi
mayor deseo ahora es caminar y seguir con mi ministerio, a pesar de todo quiero
seguir luchando.
La vida ya no
es igual si sigues viviendo y más cuando hay una operación de por medio. Hay un
giro total en tu vida. Frustración en primer momento. Te entristeces, te
enojas. En un momento te das cuenta que la vida no es la misma y es la
incertidumbre cuando te dan solo un mes de vida.
Hemos
identificado el cáncer con muerte. Pero
yo tuve una seguridad IBA A VIVIR y aquí sigo. Y estoy en una silla, pero sigo
de pie, porque quiero seguir de pie y seguir luchando. A tal grado que el médico
que me operó continúo viéndome después de la operación muy sorprendido,
sorprendido que continuara recuperándome. Y claro, ante una enfermedad así, tu
deseas agarrarte de cualquier palabra, circunstancia, situación o algo para
salir adelante. Por lo pronto yo me agarre de Dios, si Dios lo permite seguiré
caminando.
Ahora veo la
vida diferente, trato de vivir al máximo el momento, disfrutarla, y desde luego
si Dios permite salir adelante tratar de echarle más ganas a la vida. Aunque te
das cuenta que no eres nada y de la noche a la mañana puedes dejar este mundo,
sino hasta por un accidente o por cualquier cosa. La vida puede ser tan corta.
Mi mayor reto
por ahora es VIVIR. Hoy cada día que pasa es un reto. Todos los días estoy en
guardia por algún malestar, por alguna situación o por otra una enfermedad, que
puede complicar el camino que ya tengo avanzado.
Me visualizo
con mi familia. Encontré en el camino personas muy buenas, que han querido
compartir su vida conmigo, y han estado conmigo en este momento difícil, como
en los momentos felices. Sin esta familia que me cuida, creo que hubiera sido más
difícil luchar, pero ellos me apoyan y me motivan todos los días a seguir adelante.
Aunque a veces pareciera que no los escucho, siempre tomo sus palabras y en la
noche y el silencio las repaso, para que el día siguiente sea mejor, gracias
por cuidarme.
Desde la
experiencia de hora, puedo comprender a los enfermos, hay veces nos acercamos a
un enfermo, pero en realidad, no sabemos lo que está pasando. Ahora puedo
entenderlo.
No sé cuánto tiempo viviré, pero el tiempo que viva,
viviré de la mejor manera y si me agarra la muerte, que me agarre de pie, nunca
postrado. Por eso hoy te puedo decir vive y vive bien. Porque la vida cambia
todos los días.
Apaseo el Grande, Guanajuato. Jueves 8 de junio de 2017.